En relación a una reciente publicación del prestigioso periódico estadounidense New York Times (NYT), minimizando la eficacia de los cultivos genéticamente modificados, al afirmar que su uso no incide en el ahorro de plaguicidas ni en el incremento de la producción de alimentos, el Gerente General del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Gary Rodríguez, mostró su desacuerdo con dicha información, indicando que hay más de 150 publicaciones científicas que muestran lo contrario: “agricultura de precisión” con semillas genéticamente modificadas ayuda disminuir el uso de plaguicidas y a incrementar la productividad en ciertos cultivos. “Las conclusiones del reportaje del New York Times muestran una posición sesgada, su debilidad está en no consultar con científicos que trabajan en el tema, ni hacer una revisión exhaustiva de los estudios disponibles; si algo hay para rescatar del mismo, es la confirmación del estudio publicado por NYT, que los alimentos transgénicos no dañan la salud, algo más que demostrado en 20 años de consumo”, dijo.
“Quienes trabajan en el tema de la “agricultura de precisión” por años, sostienen que no hay nada nuevo en las afirmaciones del New York Times, más bien, se trata de conclusiones sesgadas que machaconamente son formuladas por opositores ideológicos y que hacen política a nombre de la pobreza y el medioambiente, que dedican su vida a denigran los beneficios de la biotecnología”, afirmó Rodríguez al referirse al artículo del periodista Danny Hakim del pasado 29 de octubre en el New York Times (NYT), donde sostiene haber realizado un análisis sobre el impacto de los cultivos genéticamente modificados en EEUU y Canadá, concluyendo que esta tecnología “no ha acelerado el incremento de la productividad en los cultivos y no ha reducido el uso de pesticidas químicos”.
“Si hay algo para rescatar del indicado estudio es que manifiestamente establece que los alimentos genéticamente modificados son totalmente inocuos, vale decir, no representan ningún riesgo para la salud. Ese sería prácticamente el único mérito del indicado estudio”, aclaró Rodríguez.
DESCONOCE MÁS DE 150 PUBLICACIONES CIENTÍFICAS QUE DICEN LO CONTRARIO
Rodríguez recordó la existencia de más de 150 publicaciones científicas que demuestran cómo la biotecnología y la “agricultura de precisión” inciden en la baja del uso de plaguicidas y citó al científico Andrew Kniss, de la Universidad de Wyoming, quien, al día siguiente de la publicación, demostró las flaquezas del artículo del NYT, para sostener sus afirmaciones. Kniss utilizó información completa y respaldada en varias publicaciones científicas para demostrar cómo, a pesar de que los cultivos de semillas genéticamente modificadas no fueron diseñados para incrementar el rendimiento, sino para manejar y mitigar una de las causas principales para la pérdida de cultivos -control de plagas provocadas por insectos y hierbas-, tuvieron el éxito esperado, además de incrementar su rendimiento real en el ámbito global en un 37%.
De otro lado, destacó una cita del científico Kniss, afirmando que “lo que él ignora (refiriéndose al periodista Danny Hakim), es que EEUU tiene un rendimiento en su producción agrícola similar al de Europa, pero lo está logrando con un menor uso de agroquímicos. Esa, por sí sola, ya es una razón para celebrar el uso de la biotecnología”.
“NO CONSIDERA EL IMPACTO EN PAÍSES EN VÍAS DE DESARROLLO”
Rodríguez trajo a colación también las conclusiones presentadas por el neurobiólogo y Profesor de la Universidad de Yale, Steven Novella, quien destacó que el artículo no considera el impacto del uso de la biotecnología en cultivos en países en vías de desarrollo, donde aproximadamente 18 millones de productores en cerca de 30 países utilizan cultivos genéticamente modificados, mejorando sus prácticas agrícolas. Refirió una carta enviada este 3 de noviembre a la editora pública del New York Times, Liz Spayd, con un documento basado en 17 críticas y suscrito por siete científicos independientes -entre ellos el reconocido Doctor en Fitomejoramiento y Genética Vegetal, Wayne Allen Parrott- destacando que ninguna otra innovación agrícola como la criticada por el NYT ha tenido tan alta adopción a lo largo de la historia y que, de no representar beneficios para los productores como se sostiene, ellos no estarían invirtiendo en dicha tecnología cada año.
COMPARACIÓN SESGADA
En cuanto a las acusaciones de Hakim, respecto a que el uso de los transgénicos incrementa el consumo de plaguicidas, Rodríguez refirió los estudios de Kniss quien indicó que, para llegar a esa conclusión, el periodista comparó el uso de plaguicidas entre EEUU y Francia, cometiendo el grave error de utilizar unidades distintas de medida. “El científico explica cuáles son los problemas que tienen las gráficas del artículo en el NYT. El primero es el haber usado unidades distintas y cantidades diferentes, resultando de ello una comparación sesgada. Si bien Francia ha reducido el uso de pesticidas, aun así utiliza mayor cantidad de pesticidas por hectárea arable comparado a lo que se usa en EE.UU., y en el caso de fungicidas e insecticidas, Francia utiliza mucho más”, dijo, a tiempo de aclarar que el uso de pesticidas depende del clima, tipo de plagas, del cultivo, labranza y otros factores, muy complejos para comparar entre dos países distintos.
EL ARTÍCULO OMITE IMPORTANTES BENEFICIOS
Para Rodríguez, el artículo del New York Times omite mencionar varios beneficios importantes de cultivos de OGM, tal es el caso del maíz Bt, que evita la contaminación por micotoxinas en cultivos expuestos al ataque de insectos. “Ese un problema importante a resolver tanto en Europa como en cualquier otro país”, afirmó, recordando casos de afectación a la salud humana ocurridos en Guatemala, con el “maíz convencional” que es atacado por los hongos. El maíz Bt elimina este problema no solo al limitar la reproducción de insectos –como el “gusano cogollero”, que está haciendo estragos en Bolivia- sino que deja a la mazorca de maíz protegida contra los hongos. Francia importa maíz Bt de EEUU y lo mezcla con maíz convencional para reducir el nivel de micotoxinas del maíz francés”, indicó, a tiempo de lamentar que un medio de la talla del New York Times haya publicado un artículo con tantas imprecisiones, jugándose el prestigio ganado durante décadas de trabajo periodístico y, todo, por no haber constatado su veracidad científica.
Santa Cruz, 17 de noviembre de 2016